Estrategias Psicológicas Efectivas para la Resolución de Problemas

Dibujo de dos personas hablando por teléfono. En medio hay alertas indicando problemas. Debajo hay dos ruedas dentadas girando. Encima de la persona que escucha hay una bombilla encendida.

La resolución de problemas es una habilidad social que se puede entrenar. Por tanto, desarrollar buenas habilidades sociales es una estrategia excelente para general buen clima laboral y prevenir la Desmotivación en el Trabajo.

En nuestras sesiones de Coaching para Empresas solemos preparar un programa con nuestros clientes para mejorar su capacidad de afrontar los problemas y resolverlos adecuadamente.

Para aprender técnicas de resolución de problemas, el primer paso es identificar las etapas que se deben seguir para resolver un problema de forma adecuada:

  1. Definir y formular claramente el problema.
  2. Generar alternativas.
  3. Tomar decisiones razonadas.
  4. Interpretar y evaluar los resultados

El psicólogo D’Zurilla desarrolló un programa de resolución de problemas qué se puede aplicar en distintos contextos, incluidos el entorno laboral.

Orientación Psicológica hacia la Resolución de Problemas: ¿Cuál es Tu Enfoque?

Como todo lo relacionado con habilidades sociales, el enfoque psicológico es imprescindible.

A nivel individual, la aproximación que tengamos hacia el problema es clave. Las personas solemos tener dos tipos de enfoque ante los problemas: La orientación positiva y la orientación negativa.

Orientación positiva

Cuando la persona tiene una orientación positiva, ve el problema como un reto y tiene una expectativa positiva que conseguir buenos resultados.

Este enfoque permite estar motivado a afrontar el problema y ha persistir lo necesario hasta conseguir una solución válida.

Orientación negativa

Cuando alguien tiene una orientación negativa, ve el problema como una amenaza.

En estos casos, la persona considera que no tiene los recursos suficientes para resolver la situación y su respuesta suele ser inhibirse y evitar afrontar el problema.

Si quieres saber como cambiar de una orientación negativa a otra más positiva, este artículo puede interesarte: Descubre los 4 Pasos para Gestionar el Error con Indagación Apreciativa.

Habilidades Esenciales para la Resolución de Problemas: ¿Cuáles Necesitas?

La Psicología ha identificado 3 tipos de afrontamiento a la hora de resolver un problema: El estilo racional, el estilo impulsivo y el estilo evitativo.

Estilo Racional

El estilo racional es el más adaptativo.

Las personas que usan este estilo de afrontamiento, se toma su tiempo para resolver cuidadosamente el problema.

Estas personas suelen dedicar tiempo a definir bien el problema y buscar muchas soluciones posibles.

Estilo Impulsivo

Este estilo es descuidado y suele obtener malos resultados.

La persona impulsiva no hace un análisis adecuado de las alternativas. Normalmente, propone soluciones aleatorias y sin estrategia que no suele terminar de implementar.

Estilo evitativo

En este caso la persona aplaza el problema. Lo puede hacer porque se siente desbordada por la situación. También se puede dar cuando la persona es muy perfeccionista y considera que no dispone de los recursos necesarios para dar la respuesta que le gustaría dar.

Las personas que evitan el problema, sólo consiguen incrementar las consecuencias negativas y la complejidad de la situación.

Principales Habilidades Psicológicas para la Resolución de Problemas Efectiva

Afortunadamente, los psicólogos disponen de estrategias para entrenar las habilidades sociales de sus clientes. En el caso de las técnicas de Resolución de Problemas el entrenamiento se trabaja en cuatro etapas.

Etapa 1: Orientación Positiva hacia el Problema

En esta etapa, el psicólogo ayuda a su cliente a identificar su capacidad y habilidades para resolver el problema.

En este análisis, es importante que el cliente comprenda que la vida es un proceso de aprendizaje y que los problemas son una oportunidad para seguir creciendo.

En este caso la Regulación Emocional juega un papel importante. Identificar las emociones y evitar que influyan en nuestro proceso de resolución de problemas es estratégico.

Etapa 2: Definición y Formulación del Problema

La clave de esta etapa es comprender que para resolver un problema, hay que parar y pensar antes de actuar.

Por tanto, para definir el problema hay que aprender a recoger la información relevante a partir de datos objetivos.

También es importante que centrarse en lo que es y no en lo que debería ser.

Una vez identificado bien el problema hay que establecer metas realistas y fijar cierto grado de flexibilidad para ir adaptándose a la situación.

Etapa 3: Generar Alternativas

En esta etapa lo importante es generar la mayor cantidad de alternativas, aunque muchas de ellas parezcan inútiles.

Hay que estar abierto a todo. Hasta las ideas más absurdas pueden albergar soluciones brillantes.

Etapa 4: Toma de Decisiones

En esta etapa hay que aprender a valorar las alternativas y sus combinaciones.

Hay que hacer una criba enfocando en las ventajas e inconvenientes de cada opción. También hay que aprender a descartar lo inviable o poco realista.

Tras esta criba, lo ideal es quedarse sólo con tres y cuatro opciones para analizarlas más en detalle.

Después, se suele usar una escala de 0 al 10 para valorar cada una de estas opciones y poder compararlas. Esta valoración tiene que servir para ver:

  • Si la solución se puede llevar a cabo.
  • Si la solución es realista.
  • El tiempo y recursos necesarios para implantar la solución.
  • Si es necesario contar con ayuda externa.
  • Las consecuencias positivas y negativas de esta solución.
  • Y lo más importante, ¿Esta solución consigue resolver el problema?

Etapa 5: Implementación de la Solución

En esta etapa es cuando nos ponemos “manos a la obra”. Para ello hay que establecer los pasos que vamos a seguir y los recursos que vamos a necesitar.

Durante el proceso también hay que observar los resultados e ir evaluándolos a medida que se va avanzando.

Si la solución no acaba de resolver la situación hay que revisar el proceso.

Y si finalmente, conseguimos resolver el problema, viene el punto más importante: celebrarlo.

Conclusión

La habilidad para resolver problemas es una habilidad social básica. Y como todas las habilidades sociales, se aprende con la práctica.

Sin embargo, muchas veces la rutina diaria nos abruma y nos impide pensar con claridad. En estas ocasiones puede ser de gran ayuda recurrir a un acompañamiento externo.

En INTERFOCUS ofrecemos sesiones de Coaching para Empresas para ayudar a nuestros clientes en el proceso de resolución de problemas.

En INTERFOCUS todos nuestros coaches tienen conocimientos de Psicología para ayudar a nuestros clientes a desarrollar nuevas habilidades que les permitan mejorar su rendimiento y sus habilidades sociales.

Si quieres saber más sobre nosotros puedes visitar nuestra web: Coaching Innovación.

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