Potenciando la innovación: estrategias efectivas en el liderazgo de equipos

Liderazgo de equipos

Si buscamos información sobre liderazgo seguramente encontraremos cientos de manuales proponiendo guías infalibles para ser un buen líder. Muchos de estos textos se basan en experiencias personales o en biografías de personas exitosas. Sin embargo, hay pocos textos que se apoyen en estudios científicos.

En este artículo, voy a hablar de cómo la psicología social ha estudiado el liderazgo y de cómo el tipo de liderazgo que apliquemos tiene un impacto directo en el rendimiento y la motivación del equipo.

El estudio científico del liderazgo surgió tras el experimento llevado a cabo por Elton Mayo en la planta de la Western Electric Company (Chicago) en 1931.

Elton Mayo tenía que investigar el impacto de las recompensas en la productividad de los empleados. Sin embargo, durante el estudio, los investigadores descubrieron que la productividad no dependía del rendimiento individual de los trabajadores, sino de las relaciones sociales que se establecían dentro del grupo. En concreto, descubrieron que el grupo fijaba el nivel productividad que consideraban correcto, independientemente de las recompensas que podían obtener por trabajar más. Este nivel de rendimiento era respetado por todos los miembros del grupo y si un miembro producía por debajo o por encima de lo acordado, era penalizado por el resto del grupo.

Este descubrimiento, abrió una nueva línea de investigación en la psicología del trabajo para estudiar las dinámicas de los grupos de trabajo y el impacto del liderazgo en el rendimiento. 

No hay líder sin equipo, ni equipo sin líder

El entorno laboral ha cambiado mucho desde 1931, y los marcos teóricos de la psicología organizacional has evolucionado para poder adaptarse a esta evolución. Por ejemplo, hasta los años cuarenta se consideraba que las organizaciones estaban compuestas por personas que desarrollaban individualmente su trabajo. Esta forma de analizar el trabajo no tenía en cuenta las relaciones interpersonales que se establecían entre los miembros del grupo. 

Posteriormente se empezó a dar más importancia a los grupos. Los investigadores observaron que las organizaciones tienden a generar grupos formales e informales.

Dentro de los grupos que podemos encontrar en una organización, hay un tipo de grupo que destaca por su alto rendimiento. A este tipo de grupo se le denominó equipo.

Los equipos se diferencian de los otros grupos, en que tienen un objetivo compartido y sus miembros trabajan de forma coordinada para conseguirlo. Los miembros del equipo analizan la situación conjuntamente y trabajan de forma coordinada para implementar la mejor solución en el menor tiempo posible.

Los resultados demuestran que el rendimiento de un trabajo en equipo es mayor que el rendimiento de sus miembros trabajando por separado. 

Está claro que los equipos son estratégicos para el buen funcionamiento de una organización. Sin embargo, para que un equipo funcione hace falta un líder que sirva de guía.

El liderazgo es una relación recíproca en la que el líder apoya al equipo y el equipo apoya a su líder para avanzar hacia el objetivo planteado. Como dice el proverbio africano: “sólo llegas más rápido, juntos llegamos más juntos”.

Liderazgo democrático y liderazgo autocrático

Durante el estudio científico del liderazgo se han identificado distintas estrategias para dirigir a los equipos. Ya en 1994, Gastil definió al líder democrático como aquel que otorga responsabilidad a los miembros de su equipo.

El liderazgo democrático se opone al liderazgo autocrático. El líder autocrático es el que centraliza el poder y toma de decisiones de forma unilateral. Este tipo de liderazgo se da en organizaciones en las que hay una clara jerarquía.

Los dos tipos de liderazgo tienen su utilidad. Pensemos por ejemplo en un equipo policial que tiene que intervenir en una misión de riesgo. En este caso, el liderazgo autocrático es imprescindible. Sin embargo, si estamos en al frente de un equipo que tiene que resolver un problema complejo, lo más eficiente será utilizar el liderazgo democrático.

Como todo en esta vida, en el equilibrio está la virtud. En las situaciones cotidianas un buen líder sabe combinar estos dos tipos de liderazgo.

Contrariamente a lo que se pueda pensar, diferentes estudios científicos han demostrado que rendimiento es similar cuando se utiliza un liderazgo democrático o un liderazgo autocrático. Sin embargo, la diferencia más importante reside en la motivación y la satisfacción de los trabajadores. Los equipos liderados democráticamente disfrutan de más satisfacción en el trabajo y menor intención de cambiar de empresa.

Nuevos modelos de liderazgo, el liderazgo transformacional.

Como he comentado antes, el contexto laboral cambia muy rápido y con él los modelos de liderazgo.

En 1985, Bass propuso la perspectiva del liderazgo transformacional. Este autor, propone que en las organizaciones puede darse dos tipos de liderazgo: el liderazgo transaccional y el liderazgo transformacional.

El liderazgo transaccional se basa en el intercambio de trabajo por dinero y el liderazgo transformacional genera cambios en las motivaciones profundas de los miembros del equipo.

El liderazgo transformacional ha conseguido obtener los mayor niveles de rendimiento y satisfacción en el trabajo, por lo que es el modelo de liderazgo que más se suele trabajar con los responsables de equipo.

El futuro del liderazgo: Líderes como agentes del cambio

Las últimas investigaciones sobre liderazgo, están poniendo el foco en un nuevo elemento: la identidad social del equipo. Bajo este marco teórico ha surgido un nuevo tipo de liderazgo mucho más adaptado al contexto de cambio constante que viven las organizaciones. Si quieres saber más sobre este tipo de liderazgo puedes leer nuestro artículo sobre liderazgo basado en identidad social.

El contexto socioeconómico actual está cambiando nuestra forma de trabajar. Actualmente, el trabajo en equipo es imprescindible para poder generar innovación que permita a las organizaciones ser más competitivas.

Los modelos de liderazgo transaccional, en el que se da una recompensa a cambio de trabajo no dan respuesta a este nuevo entorno laboral. Un buen líder debe de ser capaz de adaptarse al contexto y para ello debe de disponer de un repertorio de habilidades de liderazgo.

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